«La vuelta al cole es una bomba de relojería si se ignora la transmisión aérea del coronavirus»
José Luis Jiménez, experto en aerosoles de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos), alerta sobre el peligro de volver a las clases sin tener en cuenta el riesgo que suponen espacios poco ventilados ocupados por muchas personas
El investigador es uno de los 239 firmantes de una carta que urge a la OMS a reconocer que el virus se transmite por vía aérea y no solo por gotas o contacto
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus SARS-CoV-2 se transmite a través de gotículas y fómites. En el primer caso, se considera que la respiración, la tos o los gritos expulsan partículas de saliva, moco y virus que, como proyectiles, cruzan el espacio y a veces impactan contra la boca o los ojos de otra persona, quizás causando un contagio. Por otro lado, los fómites son superficies contaminadas de virus que pueden causar un contagio si una persona los toca y se lleva la mano a los ojos o la boca. Por eso, la OMS recomienda la higiene de manos, mantener la distancia y llevar mascarilla, para no lanzar partículas ni recibir su impacto en la boca, a la vez que se evita que nos toquemos la cara con tanta frecuencia.
Sin embargo, hay decenas de científicos alertando de que el virus no solo se contagia así. La acumulación de cada vez más evidencias y la existencia de supercontagios, eventos en los que una o pocas personas han contagiado a muchos, les han llevado a concluir que el coronavirus se transmite por vía aérea: respirar, hablar, toser, estornudar o gritar no solo producen grandes partículas que se lanzan como proyectiles, sino también partículas más pequeñas, conocidas como aerosoles. Éstas flotan durante minutos u horas antes de caer al suelo y por eso, pueden transmitir la enfermedad a una distancia de varios metros.
José Luis Jiménez, experto en aerosoles de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) compara este comportamiento del coronavirus en los aerosoles con el humo del tabaco. En su opinión, para evitar el contagio, la clave es evitar «respirar mucho humo». Por ello, cree que es prudente no acudir a espacios cerrados, con poca ventilación, en los que hay muchas personas, sin mascarilla o con mascarillas mal ajustadas. Considera que conviene evitar estos lugares especialmente si la gente está hablando, respirando fuertemente o gritando, y nunca permanecer allí mucho tiempo. «Ésta es justo la definición de lo que puede ser un colegio», ha explicado Jiménez, pero también un gimnasio, una discoteca o el ensayo de un coro. De ahí, que una vuelta al cole sin mascarilla y con clases presenciales sea para Jiménez «una bomba de relojería».
Por todo esto, y ante la próxima vuelta a las aulas y la llegada del frío del otoño, este científico ha alertado de la gran importancia no solo de que la OMS reconozca la transmisión aérea del coronavirus, sino de que la población sea consciente de cómo el virus se transmite. Además, José Luis Jiménez es uno de los 239 expertos en el campo que en julio reclamaron a la OMS que reconsiderase sus directrices y que reconociera que el coronavirus se transmite por vía aérea. También dirige el desarrollo de un modelo que evalúa el riesgo de contagio en diferentes situaciones ( aquí puedes ver una tabla que resume los riesgos, elaborada a partir de un estudio publicado este martes por otros autores) y recientemente ha publicado un artículo en « Time» urgiendo a actuar.
-Esta falta de acuerdo entre algunos científicos y la OMS puede hacer que la situación sea muy confusa. En resumen, ¿qué recomienda para que las personas eviten el contagio?
Para entenderlo hay que imaginar que los aerosoles que transmiten el coronavirus se propagan como el humo del tabaco y que la clave para no contagiarnos es respirar el mínimo «humo» posible. Hay que imaginarse que la gente que me encuentro por la calle está fumando y está exhalando humo a medida que respiran, y que exhalan más cuando hablan, y mucho más si cantan o gritan. Los datos indican que se exhalan 10 veces más aerosoles al hablar que al respirar y unas 50 veces más al gritar o cantar en voz alta.
También hay que tener en cuenta que no te vas a contagiar por inhalar un poco de «humo». Según los estudios de contactos hechos por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDCs), hace falta hablar con alguien desde cerca durante unos 15 minutos para contagiarte.
Entonces, ¿qué hay que hacer para respirar menos humo y no contagiarse? Quedarse fuera, en espacios abiertos, con mascarilla y respetando la distancia; de esta forma es prácticamente imposible contagiarse por vía aérea. Pero si estás en interiores hay un mayor riesgo, que conviene evitar en lo posible. Si hay que ir adentro, no hay que estar donde hay mucha gente, si es mucho tiempo, si hay poca ventilación o si hay gente que no lleva mascarillas o las lleva mal ajustadas, como suele ocurrir. Tampoco si están hablando o, peor todavía, cantando o gritando.
-Esta última situación que describe recuerda bastante a una discoteca o un bar.
Es posiblemente la peor situación: un bar donde hay poca ventilación, la música está muy alta y pasas mucho tiempo. Por ejemplo en Japón se han descubierto muchísimos casos de contagio por superpropagación —una o pocas personas infectan a muchas otras—: gente hablando en bares, cantando en el karaoke, haciendo ejercicio en los gimnasios. Otro ejemplo que se ha observado de superpropagación son los coros: hay alrededor de nueve casos de supercontagios en coros en varios países en los que pasa lo mismo: muchas personas juntas, durante mucho tiempo, en un espacio cerrado y cantando a volumen.
-Si el virus se transmite por medio de los aerosoles, y recorre varios metros antes de caer, ¿hace falta guardar la distancia de dos metros?
La distancia es necesaria. Es como el humo: si no estás muy cerca de alguien que fuma, parte del humo se disipa. Si estás fuera, a lo mejor no respiras nada, porque el humo sube y se diluye. En un espacio interior, con poca ventilación, se queda atrapado, pensamos que durante una o dos horas, pero quizás no respires suficiente cantidad. Siempre será peor hablar con alguien desde muy cerca durante al menos 15 minutos. Por eso nunca hay que quitarse la mascarilla para hablar.
Como la OMS habla de transmisión por medio de gotículas que se lanzan como proyectiles, las personas no ven que sea importante ajustarse las mascarillas, porque creen que son como un parapeto. Igual se preocupan porque su máscara sea de un tipo y no de otro, cuando lo más importante es que se las ajusten bien y no dejen resquicios por los que salgan o entren los aerosoles. Por esto mismo conviene no caminar detrás de una persona que tiene la mascarilla mal ajustada.
-Y qué hay de los estornudos?
Lanzan partículas hasta una distancia de ocho metros, aunque lo normal son tres o cinco metros. Si las gotículas que lanzan no te impactan, no pasa nada. Pero también desprenden aerosoles, que se quedan por la zona. Por eso conviene alejarse para no respirarlos.
-¿Es el metro un lugar de riesgo?
Depende. Hemos comprobado que en los metros de algunas ciudades japonesas hay poco riesgo de contagio. Allí todo el mundo lleva mascarilla y la lleva bien puesta, porque están acostumbrados a hacerlo, hay buena ventilación y la gente no habla. Por eso aunque los metros de Japón vayan abarrotados no ha habido casos de superpropagación.
-¿Y cómo puede afectar no tener en cuenta todo esto en la vuelta al colegio? En las aulas puede haber decenas de niños, durante muchas horas, a veces gritando y en una estancia con poca ventilación...
No tener en cuenta la transmisión aérea hace que la vuelta al cole sea una bomba de relojería. Creo que estamos perdiendo el tiempo no dando la alarma... ¡Es de escándalo! Se ha hablado de abrir los colegios sin mascarilla o sin distancia... Pero si se llegan a abrir así, los colegios se van a convertir en sitios de superpropagación. A los niños no les afectará pero tendrá unas consecuencias enormes en los padres y en los abuelos.
-¿Cuál es la solución?
Quizás se debería intentar cosas como lo que se plantea en Nueva York, que es dar algunas clases en el exterior, en parques protegidos por carpas que permiten que el aire circule. O quizás dar clases presenciales la mitad de los días y la otra mitad a través de internet. En Estados Unidos ya hay muchos ejemplos de supercontagios en universidades e institutos por no tomar las medidas adecuadas.
Para evitar el contagio, como ya he dicho, conviene hacer todo lo que se pueda fuera: si vas adentro, mantener la distancia, con mascarillas y hacerlo el menor tiempo posible, a la vez que mejoras la ventilación —la entrada de aire del exterior, que diluye la concentración de virus en el interior—. Pero aparte de eso puede ser útil poner filtros de aire, ya sean HEPA u otros, y poner medidores de dióxido de carbono (CO2).
-¿Para qué sirven estos medidores de CO2?
Por 150 euros puedes medir los niveles de aire exhalado en una estancia, lo que sirve como indicador de la posible presencia del virus. Por ejemplo, en un sitio bien ventilado con varias personas puede haber unos niveles de CO2 de 700 partes por millón (en el exterior hay alrededor de 400), mientras que en una escuela poco ventilada puede haber 5.000. Debería tenerse un sensor portátil en cada escuela, ayuntamiento o empresa y averiguar dónde están los lugares con poca ventilación para actuar en consecuencia.
-Ahora mismo hay un repunte de nuevos casos en España y en varios países del entorno. Y dentro de unas semanas llegará el otoño y quizás el frío. ¿Es urgente tener en cuenta la transmisión aérea del coronavirus?
Sí, me parece que hay que dar la alarma. La pandemia es un tsunami a cámara lenta. Y una vez que se pone en marcha el tsunami, y mucha gente tiene el virus, es muy difícil de parar. Por eso hacen falta medidas más efectivas, a la vez que se evita un confinamiento en el que sufre tantísimo la economía, la gente y los niños.
Sabiendo lo que sabemos, no podemos meter a los niños en los colegios si queremos evitar superbrotes. Si no, nos daremos cuenta del alcance de la epidemia cuando los adultos empiecen a ingresar en los hospitales, y para entonces tendremos un incendio que no se podrá controlar. Lo veo peligrosísimo.
Ya hemos comprobado que el virus se transmite mucho mejor en interiores y muy mal en exterior. Pero es que ya viene el invierno, y en invierno la gente va a los interiores. Además, al igual que el virus de la gripe, el SARS-CoV-2 está recubierto por una capa de lípidos que le permite sobrevivir mejor en ambientes más secos cuando está en aerosoles. Y esto es también justo lo que pasa en invierno: estamos en interior y el ambiente es más seco, porque calentamos el aire y la humedad relativa disminuye. Por eso creo que la que nos va a venir en otoño e invierno va a ser tremenda, y que debemos reducir los casos mientras podamos.
-¿Ve posible hacerlo?
En realidad este coronavirus no es tan contagioso como el sarampión o la varicela. Es mucho más fácil hacerle frente, si se entiende cómo se propaga, y por eso me desespera que no se tomen medidas. Pero las personas tienen en sus manos el poder de actuación, si entienden cómo se transmite.
-¿Por qué la OMS es tan reacia a aceptar que el SARS-CoV-2 se transmite por vía aérea?
Históricamente, se considera que las gotículas —partículas «mayores» que viajan como proyectiles y que contagian al impactar— y no los aerosoles —partículas menores que flotan durante minutos u horas y que contagian al ser inhaladas— son los responsables de la transmisión de gérmenes por proximidad, lo que significa que durante mucho tiempo se ha pensado que es casi imposible contagiar una enfermedad por el aire.
Desde 1934 esta visión se comenzó a contradecir y, tras vencer una resistencia feroz, se demostró y se aceptó que el sarampión, la tuberculosis y la varicela se transmiten por aerosoles, es decir, por el aire.
Pero en la profesión médica existe la idea de que si una enfermedad vírica va por el aire —aerosoles— tiene que ser supercontagiosa, como estas dos —el sarampión y la varicela—. Pero, ¡esto no es verdad! La gripe, el SARS y el MERS van por el aire, al menos parcialmente, y no son muy contagiosas. Por eso no se acepta que se transmitan por vía aérea, a pesar de las evidencias.
-Es decir, no se acepta que una enfermedad transmitida por vía aérea no sea extremadamente contagiosa...
Exactamente. Ha habido décadas de debate y ahora la OMS pide un nivel de evidencia para la transmisión por aerosoles que no tienen para fómites y gotículas, porque consideran que esa hipótesis es extraordinaria. Curiosamente piden más evidencias de las que realmente hay para los fómites o las gotículas. La situación es absurda. Nos tratan como si dijéramos que la COVID-19 se transmite por el 5G. Pero debatir con ellos es como debatir con los que niegan el cambio climático, siempre encuentran una forma de negarlo...
-¿Por qué puede ocurrir algo así en un organismo asesorado por científicos?
Es fruto de un prejuicio histórico muy fuerte. Además, toda la gente que está en el comité de la OMS viene de esta escuela y nadie ha estudiado aerosoles. Piensan que si la COVID-19 no es muy contagiosa es porque no va por el aire, así que, ¿para qué vas a estudiar aerosoles cuando ya sabes que no son importantes? Así que el comité que puede juzgar si se transmite por aerosoles no sabe lo suficiente de aerosoles...
-Eso sería bastante peligroso en la situación en la que estamos, ¿no?
Es escandaloso que tengamos una pandemia como esta y que haya esa falta de diversidad científica en un comité clave de la OMS. Hay epidemiólogos, pero ninguno es experto en aerosoles, ni han invitado a nadie que lo sea, cuando muchos sospechamos que esta enfermedad se transmite principalmente por aerosoles.
Por eso cometen errores apabullantes. Dicen que una partícula de más de cinco micras —una micra es un micrómetro, la milésima parte de un milímetro— es una gotícula, es decir, un proyectil. Pero las partículas de cinco micras se quedan en el aire media hora y pueden viajar 100 metros. Y en la masa de las gotículas, que controla cómo se mueven, cometen un error de cinco órdenes de magnitud —un factor de 100.000—.
-¿Qué falta por saber sobre la transmisión del coronavirus?
Aparte de lo que hará falta para convencer a la OMS, científicamente falta averiguar por qué hay personas que contagian mucho más que otras. Quizás se podría hacer test rápidos y baratos para detectarles y ponerles en cuarentena. Gran parte de la pandemia depende de casos de superpropagación y es fundamental entender qué los causa y cómo podemos prevenirlos para derrotar al virus.
Fuente: diario abc de España
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