lunes, 26 de abril de 2021

Por qué las vacunas contra el coronavirus se ponen en el brazo y no en otras partes del cuerpo

Por qué las vacunas contra el coronavirus se ponen en el brazo y no en otras partes del cuerpo

  • Redacción
  • BBC News Mundo
vacunas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Las vacunas contra el coronavirus se inoculan en la parte superior del antebrazo.

El ritual se repite en la mayoría de los países: largas filas de personas que esperan su turno, se levantan la manga y reciben la vacuna contra el coronavirus en la parte superior de su brazo.

Pero ¿te has preguntado alguna vez por qué las vacunas contra el coronavirus se inyectan en esa área del músculo conocido como deltoides?

¿Por qué no van a la vena, como algunos antibióticos con los que se busca un efecto rápido, o en los glúteos, como gran parte de las inyecciones?

Lo cierto es que no todas las vacunas se inyectan en esa área del brazo: la de la polio, por ejemplo, se administra generalmente por la boca mientras en algunos lugares la vacuna de la rabia se pone en la barriga.

Recientemente, países como Estados Unidos también han comenzado a probar la vacunación contra la influenza por vía nasal, y otros, como Cuba, han prometido una de igual tipo contra el coronavirus, lo que es un alivio para muchos temerosos de las agujas.

Sin embargo, para una gran variedad de vacunas, como las aprobadas actualmente contra el covid-19, la recomendación es administrarla por "vía intramuscular" y para ello, a través de los años, el deltoides se ha convertido en el lugar privilegiado.

Según explica a BBC Mundo el doctor René Nájera, epidemiólogo y editor del sitio de educación para las vacunas History of Vaccines, del Colegio de Médicos de Filadelfia, se trata de una combinación de razones fisiológicas y prácticas.

El beneficio de los músculos

De acuerdo con Nájera, con vacunas como las del covid-19 se busca la presencia abundante de tejido, o músculos, que permitan la activación posterior de los anticuerpos contra la enfermedad.

"En el músculo hay mucha vascularización, mucha sangre, y eso hace que haya mayor presencia de células inmunes", señala.

"Esas células son las que pueden recoger la vacuna, ya sea el ARN mensajero en el caso de las vacunas de Moderna o Pfizer o el ADN por medio del adonovirus, en el caso de la de Johnson and Johnson y llevarlas a la célula donde se requieren", explica.

Ilustración de células plasma segregando anticuerpos para combatir un virus. of plasma cells (B-cells, orange) secreting antibodies (white) against viruses (blue).

FUENTE DE LA IMAGEN,SCIENCE PHOTO LIBRARY

Pie de foto,

En esta ilustración se ven células plasma (células B, en naranja) produciendo anticuerpos (en blanco) para combatir un virus (en azul).

Algo similar ocurre con las vacunas china Sinovac y la rusa Sputnik V, que se administran en varios países de América Latina.

"En la vacuna contra el coronavirus se busca despertar las células T y las células B, que son las que atacan el virus. Estas células son como soldados que están en su fuerte, esperando la llamada, y el fuerte en el que se encuentran son principalmente los músculos", agrega.

El experto señala que esto hace que inyectarla directo a la sangre, como algunos sueros, no la haría efectiva, dado que allí no se encuentra la cantidad de células que hay en los músculos y el líquido de la sangre podría diluir rápido algunos componentes de la vacuna.

Un estudio publicado en la revista de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. indica que la administración de las dosis en el área del deltoide "optimiza la inmunogenicidad (la activación de la respuesta inmune) de la vacuna" y "minimiza las reacciones adversas en el lugar de la inyección".

La publicación señala que inyectar la vacuna en otras áreas sin llegar al músculo hace que la presencia de los anticuerpos en la sangre sea significativamente más baja y lleva a "una disminución más rápida de la respuesta de anticuerpos".

¿Es posible utilizar otras zonas del cuerpo?

De acuerdo con Nájera, otras partes del cuerpo, como los glúteos o los muslos, también podrían ser efectivas, dado que son zonas ricas en músculos.

"A los niños, por ejemplo, las vacunas intramusculares se le suelen poner en las piernas, porque es donde generalmente tienen más tejido", señala.

"En los adultos, los glúteos también podrían ser una opción, pero no resulta conveniente porque en ocasiones presentan tejido de grasa, lo cual hace que la vacuna sea menos efectiva", señala.

El estudio de la Biblioteca Nacional de Medicina coincide en que, aunque tradicionalmente se pensaba que los glúteos eran un sitio apropiado para la vacunación, las capas de grasa presentes allí en algunas personas no contienen las células apropiadas que son necesarias para iniciar la respuesta inmune.

"El antígeno también puede tardar más en llegar a la circulación después de haber sido depositado en la grasa, lo que lleva a un retraso en el procesamiento de la respuesta inmunitaria", indica.

Ilustración de anticuerpos atacando al virus de la covid-19

FUENTE DE LA IMAGEN,SCIENCE PHOTO LIBRARY

Pie de foto,

La ilustración muestra anticuerpos atacando al virus que produce la enfermedad covid-19.

Nájera señala que a nivel de logística, el antebrazo también resulta más práctico, dado que se perdería más tiempo si una persona se tiene que desvestir para ser vacunada.

Señala que cuando se requiere vacunar a la mayor cantidad posible de personas en el menor tiempo, como en una campaña de vacunación, el hecho de solo tenerse que levantarse una manga suele ser más efectivo, e incluso más práctico para muchas culturas, donde desnudarse puede ser visto como tabú.

¿Por qué han variado los sitios de vacunación?

El experto en historia de la vacunación señala que encontrar los lugares apropiados para inyectar las vacunas y las mejores formas de inoculación ha sido resultado de más de 200 años de historia.

"Para la primera vacuna que se inventó, que fue contra la viruela en 1797 en Inglaterra, se utilizó otro virus que venía de las vacas -de ahí la palabra vacunación- y se inyectaba no con jeringas, sino con una aguja de metal con dos puntas (aguja bifucarda)", recuerda.

La aguja y la jeringa como la conocemos ahora llegarían a mediados del siglo XIX, cuando se utilizó por primera vez para la vacuna contra la rabia.

Enfermera a punto de administrar una vacuna contra la covid-19

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Las características de las vacunas también determinan la naturaleza de la respuesta a nivel de los anticuerpos.

"En ese entonces, ya se pensaba en cuál lugar sería mejor para las vacunas. Louis Pasteur la dio directo al abdomen, porque entendió que estaba usando un virus atenuado y por tanto necesitaba un lugar cálido para que se multiplicara. Se dio cuenta que el abdomen era el lugar ideal", señala.

Las vacunas orales, según el experto, llegaron cuando se descubrió que el cólera era trasmitido por una bacteria y se pasaba por alimentos o bebidas contaminadas.

"A inicios del siglo XX se comienza a entender mejor cómo funciona el sistema inmunológico, sus diferentes componentes y reacciones y ahí se va entendiendo el potencial de la vía intramuscular para algunas vacunas", dice.

En el futuro, Nájera espera que las vacunas encuentren también nuevas formas y lugares de administración que incluso superarán las actuales jeringas o gotas.

"Ya tenemos una vacuna contra la influenza que se da por medio de la nariz. Actualmente se están haciendo ensayos de vacunas que se administran a través de parches, o con espray o aerosol que te lo ponen y respiras. También con algún aditivo en la comida o la bebida en lugar de la inyección", apunta.

"Es muy significativo el número de personas que tiene miedo a una inyección o las que no tienen acceso a una clínica para que los inyecten y con estas nuevas formas se garantizaría el acceso a las vacunas a miles de personas sin necesidad de médico", agrega.

Fuente: BBC Mundo 

Coronavirus: qué es la "falacia de la pendiente resbaladiza" y por qué la vinculan con la vacunación contra la covid-19

 

Coronavirus: qué es la "falacia de la pendiente resbaladiza" y por qué la vinculan con la vacunación contra la covid-19

  • Ramón Ortega Lozano y Aníbal Monasterio Astobiza
  • The Conversation*
vacuna contra la covid19

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Cuando apareció la vacuna contra el virus SARS-CoV-2, no dejaron de darse argumentos que advertían las posibles consecuencias negativas sobre su impacto social.

Muchos autores (Walton, Rudinow, Hartog) han analizado la falacia de la pendiente resbaladiza como un argumento que propone que cuando se da un primer paso hacia una dirección, una serie de consecuencias inextricables conducirán, en última instancia, a un resultado desastroso.

Una falacia es un argumento imperfecto, es decir, con deficiencias formales que lo convierten en irracional.

En el caso de los temas que aborda la pendiente resbaladiza, los resultados siempre son negativos. Por eso suelen ser un buen caldo de cultivo para la ciencia ficción, en especial para las distopías.

Sin embargo, pese a basarse en argumentos imperfectos, la pendiente resbaladiza no impide hacer algunas críticas razonables sobre las consecuencias que podrían derivarse de intervenciones en exceso arriesgadas.

María Teresa López de la Vieja analiza en su libro "La pendiente resbaladiza: la práctica de la argumentación moral" que un uso conservador del argumento justificará el rechazo de lo nuevo, por el temor a que nos lleve hacia el desastre.

Por el contrario, un uso crítico invita a mantener la prudencia ante prácticas de resultado incierto.

La vacuna y la pendiente resbaladiza

Cuando hizo acto de aparición la vacuna contra el virus SARS-CoV-2, no dejaron de darse argumentos que advertían de las posibles consecuencias negativas sobre su impacto social.

Mujer viaja en avión

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Una de las primeras ideas que se barajó sobre la división social era ejemplificada con la idea de ciudadanos que podían viajar, por estar vacunados, y ciudadanos que no, por no estarlo.

Muchos de ellos correspondían a la clasificación de pendiente resbaladiza, pues renunciando a la lógica formal, prevenían de un posible desastre. Uno de los principales problemas que se planteó era si la vacunación debía ser obligatoria. O si debía serlo al menos para algunos colectivos.

A partir de aquí se empezó a especular sobre la división social que podría acarrear el estar vacunado frente a los que no lo estuvieran.

De hecho, una de las primeros ideas que se barajó para mostrar los peligros de esa posible desigualdad era ejemplificada con la idea de ciudadanos que podían viajar, por estar vacunados, y ciudadanos que no, por no estarlo.

¿Es posible que una falacia termine convirtiéndose en una realidad? En la actualidad, el pasaporte de vacunación parece serlo y se materializará en breve.

Bajo la lógica argumentativa de la pendiente resbaladiza, la posibilidad del pasaporte de vacunación es una mala idea y representa una medida discriminatoria e iliberal, porque nos conduce en una dirección con resultados inciertos.

Pensemos en tres grupos poblacionales que pueden no vacunarse: a) aquellas personas que no pueden, porque tienen una contraindicación médica (edad, condiciones de salud y/u otros factores); b) aquellas personas que no quieren (antivacunas o por simple razón de autonomía); y c) aquellas personas que no tienen acceso a la vacuna.

Pasaporte covid

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Bajo la lógica argumentativa de la pendiente resbaladiza, la posibilidad del pasaporte de vacunación es una mala idea y representa una medida discriminatoria e iliberal.

¿Estas personas tendrían restringidas sus libertades de movilidad por no tener un pasaporte de vacunación? ¿Qué hacemos con estos grupos? ¿Es posible pensar en un mercado negro de pasaportes de vacunación falsificados?

Como puede verse, a veces las metáforas catastróficas que enuncian las pendientes resbaladizas pueden enunciar verdades, pese a que su argumento sea imperfecto (irracional).

Incluso cuando una medida como el pasaporte de vacunación parece insuficiente para prevenir los riesgos de contagio, pues, como analizan Beriain y Rueda, ni siquiera está probado que las vacunas produzcan una inmunidad esterilizante. O lo que es lo mismo, no se ha demostrado que los vacunados no puedan contagiar o transmitir el virus.

El riesgo como fundamento de la pendiente

El concepto de riesgo es actualmente entendido como la probabilidad que existe de que tenga lugar un acontecimiento con un impacto negativo o de que un factor aumente la probabilidad de que esto ocurra.

En el ámbito sanitario, el factor de riesgo son aquellas condiciones que dentro de una cadena de acontecimientos relacionados sirven para identificar causas próximas al desarrollo de una enfermedad.

Lo interesante es que esta idea de riesgo supone siempre un control social. La sociedad "saludable" tiene un comportamiento predecible y deseable, y lo que se aparta se convierte en una conducta desviada.

En otras palabras, existen comportamientos que deben ser controlados para evitar riesgos.

Mujer con mascarilla en la calle

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

¿Quién vería bien, hoy en día, que una persona estornudara o tosiera sin mascarilla?

Debido a la actual pandemia podemos ver múltiples ejemplos. Basta mencionar el uso de la mascarilla. Cuando se habla de control social, no se está haciendo referencia a unas leyes sancionadoras por no usar la mascarilla, sino a que es la misma sociedad la que vigila y controla su uso.

¿Quién vería bien, hoy en día, que una persona estornudara o tosiera sin mascarilla? Incluso aunque estuviera haciendo deporte al aire libre, su comportamiento sería censurado. O, por lo menos, no se vería con buenos ojos.

Por tanto, salud, riesgo y control social son conceptos muy unidos.

Por es importante remarcar que el peso de ese control no necesariamente proviene de un poder estatal, sino de una narrativa.

Desde la antropología de la salud se ha analizado que la narración en torno al riesgo puede tener como consecuencia miedo, ansiedad y rabia. Ejemplos hemos visto durante la pandemia, como los censurables ataques a profesionales de la salud por parte de sus vecinos.

Nuevas pendientes de vacunados y no vacunados

Dentro de la narrativa de riesgo podría ser aceptable la implementación de estos pasaportes.

Como se ha mencionado arriba, la pendiente resbaladiza puede ayudarnos a generar un pensamiento crítico, para analizar con cautela los posibles desenlaces de una acción.

Personas en un restaurante en Israel

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

¿Podría comenzar a usarse un pasaporte parecido para entrar a ciertos lugares de ocio (discotecas, bares, restaurantes, cines)?

¿Deberíamos aventurarnos, entonces, a plantear otras pendientes a partir del pasaporte de vacunación?

Parece necesario enunciar algunas, aunque su finalidad no sea otra que la cautela, es decir, la de proponer límites que resultaría inaceptable sobrepasar frente a esa posible división social entre vacunados y no vacunados.

¿Podría comenzar a usarse un pasaporte parecido para entrar a ciertos lugares de ocio (discotecas, bares, restaurantes, cines)? ¿Podría solicitar un empleador a un candidato, previa firma de un contrato de cesión de datos privados, que muestre su certificado de inmunidad para ser contratado?

Si el virus SARS-CoV-2 se convierte en una infección respiratoria endémica, lo cual es muy probable, ¿seguirán siendo útiles los pasaportes de vacunación? ¿Los pasaportes de vacunación estarán basados en una vacuna administrada o en ciertos niveles de anticuerpos en sangre?

Estas y otras muchas cuestiones se plantean de seguir la argumentación de la pendiente resbaladiza en su uso crítico-prudencial y merecen ser examinadas si no queremos acabar con una división social entre vacunados y no vacunados.

*Ramón Ortega Lozano es profesor de antropología de la Universidad de Nebrija y Aníbal Monasterio Astobiza es investigador posdoctoral de la Universidad del País Vasco. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.

Fuente: BBC Mundo

viernes, 23 de abril de 2021

Uso de protector facial obligatorio: cómo limpiarlo y mantenerlo en buen estado

 

Uso de protector facial obligatorio: cómo limpiarlo y mantenerlo en buen estado

Gobierno dispuso el uso obligatorio de protector facial y mascarilla en locales comerciales

Conoce de la mano de un especialista cómo tomar las medidas correctas para desinfectar tu protector y continuar cuidándote del covid-19. Foto: MML.

Conoce de la mano de un especialista cómo tomar las medidas correctas para desinfectar tu protector y continuar cuidándote del covid-19. Foto: MML.

07:27 | Lima, abr. 23.

    
Por disposición del Gobierno, ahora el uso del protector facial, además de la mascarilla, es obligatorio para el ingreso a mercados, supermercados, centros comerciales, tiendas por departamento y conglomerados, con el propósito de reducir el número de contagios del virus del covid-19 en el Perú.


En ese sentido, al igual que con el uso correcto de la mascarilla, es importante conocer cuáles son los pasos que debemos seguir para limpiar, desinfectar y mantener en buen estado nuestros protectores faciales con el fin de asegurarnos una verdadera protección.


Para ayudarnos en esta tarea, Jorge Samamé, epidemiólogo del instituto Daniel Alcides Carrión, nos brinda las siguientes recomendaciones:

Cómo limpiar y mantener en buen estado nuestro protector facial



Paso 1: es importante lavarnos las manos previamente y luego retirarnos el protector facial siempre tomándolo del sujetador o liga que viene por detrás.

Paso 2: Para limpiarlo podemos rociar alcohol líquido sobre toda la superficie de la careta y esperar un minuto para luego limpiarlo con un paño o papel toalla. Este procedimiento también se puede realizar con agua y jabón si notamos que nuestra careta está muy sucia y necesita una limpieza más integral. Si el protector facial cuenta con ligas de ajuste retirables, se pueden quitar y lavarlas como una prenda.


Paso 3: es importante almacenar nuestro protector facial en un espacio limpio y alejado de la luz solar directa, para evitar que se deforme por el calor o se rompa.

¿Cuándo debemos cambiar de protector facial?


“Sabremos que necesitamos desechar nuestro protector facial cuando notemos cambios en su forma, rajaduras o diversas marcas que impidan una buena visibilidad. Recordemos que un protector facial es un complemento que nos mantendrá aún más seguros frente al contagio del virus, pero debemos también utilizar la mascarilla de manera correcta, evitar las aglomeraciones y lavarnos las manos adecuada y constantemente”, explicó Samamé.

Fuente: Andina agencia de noticias

Dinamarca, el primer país que da por finalizada la pandemia del covid-19

  Dinamarca, el primer país que da por finalizada la pandemia del covid-19 Jose Luis Montenegro lun, 31 de enero de 2022 1:33 p. m. Como si ...